Las prisas por llegar a alguna parte, los coches que forman sus largas hileras en espera de algún semáforo en rojo, los peatones que llevan los auriculares puestos y sus conversaciones son disparadas al viento, un coche de policía con sus sirena, el motor de alguna moto… y la contaminación acústica nos invade sin darnos respiro.
Miro a un lado y miro a otro pero las largas calles tienen la misma dinámica que donde me encuentro.
La cabeza me va a estallar y mi mirada busca una alternativa.
Hay un callejón lleno de plantas en los balcones y me dejo conquistar por sus alegres colores así que mi decisión esta tomada. No se donde va a parar ni se si es la dirección correcta pero dentro de mi escucho una voz que me anima a sumergirme en el.
Voy caminando y a mis pies encuentro un enorme jarrón rebosante de romero. Esta en flor y su aroma penetra en mi. Me agacho y dejo que ese olor sea mas intenso hasta el punto de transportarme a un viejo recuerdo. al lado de un quieto rio cuyos viejo arboles le bordean, cuyos matorrales están formados por romero, jara y zarzas, cuyos olores acompañan en sintonía con el silencio del agua. Me veo sentada en esa gran roca donde cierro los ojos y siento el silencio, el silencio de mi mente. Ahí quiero estar pero de momento doy gracias al regalo que se me otorgo en un día como hoy. Ese regalo metido en un jarrón, en medio de un callejón me hizo escuchar el silencio de un recuerdo y ese olor me equilibro.
El romero es un gran tesoro que nace libre en cualquier lugar. Es duro, tenaz y siempre esta dispuesto a ayudarte. Es hepatoprotector, digestivo, antiespasmódico, estimulante, antioxidante, antiséptico, antinflamatorio y antipruriginoso (Problemas de escemas, dermatitis…)
Si aparece piensa que se ofrece a ti, analiza que te ocurre y ponte a descubrirle